H eredaste los genes invaluables de
tu madre,
E stuviste activa todo el tiempo en
su natal Barranca
R ecorriste con hidalguía sus calles ardientes,
L ograste sacar adelante a tu único hijo,
I ndispensable en tu vida, porque con él pudiste
N adar en las aguas diáfanas de tu
destino
D onde cada paso dado, era mejor que el
A nterior, porque así lo programabas y siempre
D abas en el blanco con éxito.
Viajaste al
E xterior a vivir con tu hijo,
quien te adorará siempre.
J amás en tu interior se gestó odio o rencor alguno,
E scapabas a ellos como la mejor de
todos.
S upiste conservar tu señorío y
elegancia,
U nas veces exageradamente elegante y bella
S iempre, eso si, conservando la compostura.
L eal a morir, tu apellido siempre
estuvo en
E se primer lugar en tu vida, por
ello y más
A lcanzaste superior renombre que tu marido quien
L itigaba y por ello logró un reconocimiento que
L igeramente
era opacado por su gran señora que
U nidos
forjaron ese envidiable hogar en el
Q ue
el amor, la comprensión y el buen genio eran
U no y así fue por siempre y para siempre.
E res recordada,
más de lo que te imaginas. ¡Eres inolvidable!