J aleo, le
decían los compañeros del seminario menor,
A unque
algunos preferían llamarle Jairito; siempre fuiste
I ndispensable en eventos sociales los que amenizabas sin
par;
R ecuerdos,
muchos; nos acompañaran por siempre y
O tros sinnúmeros de situaciones que quedaron en nuestra
mente.
A
pesar de haber partido prácticamente a mitad de vida,
L a imagen
que perdurara, es de constante alegría y
F uera de
serie desde cualquier punto de vista, podías
O rganizar
reuniones y conmemoraciones fácilmente.
N unca
olvidaremos el día en que nos comentaba que
S i tuviese un hijo en la vida le llamaría Justo y este,
O bviamente
con una mamá de apellido Franco por
L o que sería un dechado de virtudes; Justo Leal Franco.
E se es Jairito que en el cosmos nos esperara siempre,
A lgunos de sus amigos, ya están en su compañía,
L os demás, seguimos en la fila y un día estaremos reunidos.
R eías
cuando después de muchos años en la universidad
A lgunos
preguntaban con malicia por qué no se había recibido,
M uy
jocosamente contestabas: hago una carrera de resistencia,
O tros la hacen de velocidad; ese es y será por siempre
N uestro Jairito o Jaleo como usted mejor lo recuerde.